Se copia a continuación un breve resumen de la tradición de Nuestra Señora del Portillo, titular de esta Ilustre Cofradía Noble:
Don Alfonso I el Batallador, IX Rey de Aragón, llamado comúnmente Emperador, porque además de los Reinos de Sobrarbe, Navarra y Aragón, que fueron de su padre, el Rey Don Sancho Ramírez, vino también a señorear los Reinos de Castilla y León, por su mujer, la Reina Doña Urraca.
Don Alfonso I, teniendo a gran mengua que Zaragoza estuviera tanto tiempo ocupada por los infieles, enemigos de nuestra santa fe católica, tomó muy de propósito su conquista inmediatamente después de la batalla cerca de Valtierra (1110), en la que venció y mató al rey moro Abnazalen.
Publicado por diversas partes de la cristiandad su intento, vinieron muchos caballeros a servirle, entre otros, Don Gaston de Foix,Señor de Bearne; el Conde de Comenge y Rostrón, Conde de Alperche. Dispuso también de legiones de cristianos.
Durante el mes de enero de 1114 comenzó la conquista de Zaragoza, concebida desde El Castellar, fortísimo castillo que el rey Sancho Ramírez, su padre, edificó en la ribera del Ebro. La ciudad se rindió el 18 de diciembre de 1118. Ocupada en 6 de enero siguiente, fué repartida según costumbre, entre los ricos-hombres conquistadores.
Los cristianos atendieron con gran cuidado la reparación de las medio derruídas murallas de piedra, ocupándose de construir, además, un muro y cerca de tierra alrededor de la ciudad. Con estas defensas estuvieron resistiendo los embates de la morisca.
En seguida Alfonso I dedicó al divino culto lo que hasta entonces había sido mezquita mayor, y después conocido con el nombre de Santo Templo Metropolitano del Salvador. Ansioso el rey de ahuyentar más y más al enemigo, ganó con el grueso del ejército a Julia Celsa (hoy Gelsa) y Velilla de Ebro, con lo que destruyó por completo la dominación por la parte oriental de la ciudad.
Con estas defensas estuvieron los cristianos defendiéndose de los moros algún tiempo, sucediendo que una noche muy oscura se acercaron por la puerta situada enfrente de la Aljafería, y hallando durmiendo las guardas de la muralla o muro recién construido, pudieron hacer en ella un gran portillo dichos infieles.
Entonces, súbitamente, la Serenísima Reina del Cielo Nuestra Señora, acompañada de millares de ángeles en figura de hombres de armas, se les opuso a defender la entrada, haciendo en ellos gran mortandad.
A este ruido acudieron las guardas de la segunda muralla y llamaron a los cristianos que dormían en la ciudad, los cuales, armándose con la mayor presteza, salieron por la puerta llamada de Toledo hacia el lugar donde les parecía estar el peligro, viendo desde lejos un gran resplandor del cielo en lo alto de la muralla, casi enfrente de la Aljafería, y al llegar a dicha muralla hallaron un gran portillo hecho en la misma y gran muchedumbre de moros muertos y otros que huían, y una imagen de Nuestra Señora en lo alto.
Y así tuvieron por cierto, como las mismas guardas lo referían, que ella era la que había defendido la entrada de los moros, y que con favor y ayuda del cielo se había hecho en ellos aquel tan grande estrago y matanza.
Por esto, en memoria de tan alta merced, en el mismo lugar y portillo edificaron luego una ermita, que con el tiempo ha venido a ser la solemne iglesia que hoy existe, llamada por esta razón de Nuestra Señora del Portillo, donde hoy día, con gran devoción de los fieles, se conserva y venera en el altar la misma imagen de la Madre de Dios que entonces fue hallada.
Y nació la Cofradía...
Agradecidos los ricos-hombres al favor celestial por haberse aparecido la Virgen que tapó con su manto el portillo abierto por los moros, constituyéronse en Cofradía, formada entre Ricos-Hombres, Hidalgos e Infazones de Aragón.
En Aragón los Infazones eran equivalentes a los Hidalgos castellanos. Con la denominación de ermunios o nobles de sangre, se comprendian los Infazones y los Ricos-Hombres.
Recibieron los ricos-hombres el calificativo de nobles, y de allí el carácter nobiliario de esta Cofradía de índole religioso-caballeresca a la antigua usanza, esencia que ha conservado íntegramente su linaje a través de nueve siglos, viviendo siempre adscrita a la Iglesia del Portillo, lo mismo cuando fué simple ermita que cuando con la ayuda de los cofrades se convirtió en santuario.
Derruída la iglesia en la época de los Sitios y salvada milagrosamente la imagen de la Virgen del Portillo, su ilustre Cofradía la trasladó al altar de San Joaquín del templo del Pilar, y allí permaneció hasta el 25 de julio de 1819, en que, restaurado el histórico santuario del Portillo por los cofrades, fué reintegrada a su primitivo lugar.
Desde 1908, primer centenario de los Sitios, la Real Cofradía ha estado especialmente vinculada a la Capilla de las Heroínas, ( o Capilla de la Anunciación), que fue construida y financiada en gran parte por la Real Cofradía de Nobles para depositar los restos de Agustina de Aragón, Manuela Sancho, Casta Álvarez, etc.